En este 1 de mayo, saludamos y deseamos un muy feliz día a todos los trabajadores.
Podríamos escribir varios tomos con los avances en las condiciones de vida y laborales que la clase trabajadora le debe al General Perón y, más cerca en el tiempo, a Néstor y Cristina. Lo mismo podríamos decir del compañero Carlos Tomada, un ministro de Trabajo que demuestra con hechos concretos que se puede gestionar con políticas a favor de los laburantes, a pesar del barro que arrastra nuestra historia.
Pero todo eso ya se sabe, está más que dicho. Y, además, el recuerdo/compromiso hacia ellos lo encausamos a través del esfuerzo militante y cotidiano.
Por eso, vamos con un cuento del uruguayo Eduargo Galeano, en homenaje a todos los trabajadores del mundo.
La desmemoria
CHICAGO está llena de fábricas. Hay fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está llena de fábricas, Chicago está llena de obreros.Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de mayo.-Ha de ser por aquí -me dicen. Pero nadie sabe.Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera. Ese día, la gente trabaja normalmente, y nadie, o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura curiosidad, por pura casualidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine y música rock.El cartel reproduce un proverbio del África: Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador.
Podríamos escribir varios tomos con los avances en las condiciones de vida y laborales que la clase trabajadora le debe al General Perón y, más cerca en el tiempo, a Néstor y Cristina. Lo mismo podríamos decir del compañero Carlos Tomada, un ministro de Trabajo que demuestra con hechos concretos que se puede gestionar con políticas a favor de los laburantes, a pesar del barro que arrastra nuestra historia.
Pero todo eso ya se sabe, está más que dicho. Y, además, el recuerdo/compromiso hacia ellos lo encausamos a través del esfuerzo militante y cotidiano.
Por eso, vamos con un cuento del uruguayo Eduargo Galeano, en homenaje a todos los trabajadores del mundo.
La desmemoria
CHICAGO está llena de fábricas. Hay fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está llena de fábricas, Chicago está llena de obreros.Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de mayo.-Ha de ser por aquí -me dicen. Pero nadie sabe.Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera. Ese día, la gente trabaja normalmente, y nadie, o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura curiosidad, por pura casualidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine y música rock.El cartel reproduce un proverbio del África: Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario